Y se muerde la cola

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Y SE MUERDE LA COLA

Mira la niña en su plato
la pescadilla de pesadilla 
que se muerde la cola enroscada 
con ojos hundidos y dientes hirientes.
En sus espinas y escamas
no ve la niña alimento.
El plato vacío, blanco,
la pescadilla sola 
y nada más.
Un cuchillo, un tenedor tridente
y la muerte servida de cena.

Mira la niña en su plato el horror,
infierno impuesto para su boca.
Huye la niña, en su buche inventado,
de tragar la tortura,
e inteligente guarda a los lados la carne amiga y doliente.
Dolor al rozar con su virgen lengua la muerte
y sentir venas y sangre, donde solía roja la fruta;
fresas, cerezas, melocotones bailando en su alma.

Sueña la niña en su plato
un cielo de sabores y jugos
y escucha una voz 
que terrible y mayúscula 
lleva amenaza de muerte.
¡NO SE PUEDE DEJAR NADA EN EL PLATO!

Se morirá la niña en ese plato 
de tristeza y llanto tragado
obligado martirio a tan poco tiempo de haber nacido.

La niñas crecen, 
las niñas sueñan,
la niña, ya no quiere ver la muerte de cena.